¡NOS VAMOS AL ZOO!
Hace poco celebramos el 5º cumpleaños de Yago. Es el primero que podemos celebrar desde que empezó el tratamiento de quimioterapia, así que la Fundación Pequeño Deseo organizó una súper fiesta a la que vino toda la familia y amigos.
¡Lo pasamos genial!
Y aprovechando que vinieron los primos de La Coruña, fuimos a pasar un día todos juntos al Zoo.
Preparar la visita con antelación es de gran ayuda cuando vas con niños con discapacidad
Unas semanas antes, llamamos para preguntar si ofrecen algún tipo de visita «especial» para niños ciegos, y nos dijeron que ésto lo hacen bien con grupos de personas invidentes, o bien en visitas escolares en las que alguno de los niños tengan algún tipo de discapacidad.
Así que organizamos nosotros la visita por nuestra cuenta, y nos llevamos una bolsa llena de animales de plástico.
Los seleccionamos intentando que, al tacto, la forma fuera lo más parecida posible a la real. Llevar telas, plumas, etc, ayuda también a que el niño se haga una idea acerca de lo suave/rugosa/fría/áspera/peluda que es la piel de cada animal.
Cuando llegábamos delante de los animales, mientras el resto de niños se entretenían mirándolos, a Yago le dejábamos el muñeco correspondiente y le explicábamos cosas acerca del animal del que se tratara.
De vez en cuando nos regalaban un sonido o rugido con los que además pudo experimentar «cómo hace» el animal que teníamos delante.
Los contratiempos no impidieron que disfrutásemos del día
Mentiríamos si dijésemos que no nos decepcionó la visita, pero la verdad es que no es un buen sitio para ir con niños ciegos.
A excepción de en las instalaciones de «la pequeña granja», donde hay cabras, corderos, burros, cerdos y ovejas, los niños no pueden tocar ningún animal. Ni siquiera pidiendo el favor…
Nos habían dicho que en los distintos puntos que hay durante el recorrido para hacerse una foto con los animales, sí que podríamos acercarnos a ellos y acariciarlos. Pero si esto fue así en algún momento, ahora ya no lo es.
Aunque hay que decir que la persona responsable de los loros se tomó la molestia de enseñarle a Yago uno de los ejemplares a los que cuida. Se lo dejó tocar para que notara las plumas, le explicó cada uno de los colores que tenía en ellas, ¡y le dejó darle pipas!.
También pudimos dar de comer a una jirafa. Aunque esto fue un poco «de estrangis». ¡No se lo digáis a nadie! Ssssshhhh…
A pesar de la poca interacción que hubo con los animales, lo pasamos muy bien. Al final, lo que verdaderamente importa es la compañía.
Feliz 5º cumpleaños, Yago.